Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.
Cuando uno nace como una empresa tecnológica, es natural que tenga el ojo puesto en lo que mejor sabe hacer, la tecnología como fin último. Solemos enfocarnos en conseguir el mejor producto, llegar los primeros a los avances del mercado y alcanzar eso a lo que ingenuamente llamamos “excelencia técnica”.
No es hasta que empiezas a madurar como compañía -y como profesional- cuando empiezas a comprender cuál es tu valor real en el mercado. Pasar de ser una empresa centrada en la tecnología a una centrada en el cliente es un paso crucial en la evolución de cualquier compañía. Nosotros no íbamos a ser menos.
Y ojo, esto no quiere decir que dejemos de dar importancia a la tecnología en sí misma, pero sí que la reubicamos para no perder el foco de lo que realmente importa: qué problemas resuelves y a quién. A veces es algo tan sencillo como levantar la vista y ver qué es lo que está pasando a tu alrededor.
Reconocer que la tecnología es un medio para conseguir un objetivo más amplio: resolver problemas reales y satisfacer las necesidades de nuestros clientes.
¿Cómo que nuestra razón de ser (la tecnología) no es lo más importante? Esto es un balazo a nuestro ego, porque implica darse de bruces con la realidad y reconocer que la innovación es un medio para conseguir un objetivo más amplio: resolver problemas reales y satisfacer las necesidades de nuestros clientes.
Y ahí es cuando cambias la perspectiva, la metodología, la estrategia y hasta el foco de tu compañía. Lo cambias todo porque entiendes que sí, que las tecnologías juegan un papel importantísimo en la evolución y crecimiento de otras empresas, pero que si no le ponemos nombre y apellidos a los desafíos y oportunidades a los que se enfrentan, no aportamos nada.
Hoy le vamos a poner nombre a un desafío concreto al que se enfrenta el sector alimentario: alcanzar el buen funcionamiento de la cadena alimentaria y la protección de los productores primarios y sus agrupaciones frente a los compradores.
El Registro de Contratos Alimentarios, a partir del 30 de junio, regula la inscripción obligatoria de todos aquellos contratos que se suscriban con productores primarios y agrupaciones de estos.
Un poco de contexto. La principal norma en materia es una vieja conocida, la Ley 12/2013, de 2 agosto (la “Ley de Cadena Alimentaria”). Una de las medidas desarrollada es el Registro de Contratos Alimentarios que, a partir del 30 de junio, regula la inscripción obligatoria de todos aquellos contratos (anexos, modificaciones e información complementaria de contratos preexistentes) que se suscriban con productores primarios y agrupaciones de estos.
Objetivo conseguido, esta nueva obligatoriedad busca mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria y la protección de los productores primarios. Eso sí, a la vez supone un aumento en la carga documental y un procedimiento más complejo para las empresas del sector alimentario y todas aquellas compañías que realicen transacciones comerciales con productores primarios.
Intentando solucionar un problema, ¿se le añade otro? Eso parece, y es que ante esta situación, muchas empresas productoras y comercializadoras están preocupadas por el impacto que esto tendrá sobre sus operaciones y por las posibles sanciones por incumplimiento.
Conocer a nuestros clientes, escucharlos y dar respuesta a necesidades incluso antes de ser detectadas por ellos mismos, ahí está nuestro valor.
En Docuten, el hecho de tener clientes del sector alimentario nos ha llevado a conocer a fondo su sector y poder anticiparnos a la problemática. Conocer a nuestros clientes, escucharlos y dar respuesta a sus necesidades incluso antes de ser detectadas por ellos mismos, ahí está nuestro valor.
Manos a la obra, desarrollamos una solución a medida adaptando una de nuestras soluciones, la firma digital. Conseguimos digitalizar todo el ciclo documental, combinando la propia firma digital y la automatización del proceso de inscripción de los contratos.
Reducimos a segundos un proceso que de forma manual llevaría unos 15 minutos por cada subida de contrato.
Así, nos encargamos de la carga de Productores Primarios (proveedores) en el Registro de la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA), identificación en el registro, carga de los contratos previamente firmados por ambas partes, modificaciones y adendas y obtención del comprobante de registro, que será enviado al cliente.
Además, como Prestador Cualificado de Servicios de Confianza, garantizamos la inalterabilidad y custodia segura de los documentos firmados durante 4 años, cumpliendo con los requisitos legales establecidos.
Reducimos a segundos un proceso que de forma manual llevaría unos 15 minutos por cada subida de contrato. Casi nada.
Volviendo al inicio y recreando una obra literaria circular, que siempre queda muy bien, lanzamos una reflexión. Es innegable que parte del éxito de una empresa reside en la calidad de sus soluciones, ¡sólo faltaría!, en ello trabajamos diariamente. Pero también es evidente que lo realmente importante, lo que ha de ser su razón de ser, es su capacidad de escucha activa y dar respuesta a problemas reales.
Creado por